Un encuentro con la danza Mayo 01 de 2008 Por Miguel Cabrera
(havent seen the guy how am I to have his autograph)
En estas dos semanas se me concedió el privilegio de ofrecer un espectáculo didáctico titulado “Un encuentro con la danza”, en nueve barrios populares de Cali, como parte de las actividades del II Festival Internacional de Danza que organiza Incolballet. Allí me pusieron en contacto con el caleño simple, pero cálido y profundo. Ese que sueña y vive al compás del baile. Allí vi rostros blancos, negros y mestizos. Vi a Cali en su médula espiritual y en cada encuentro supe que allí había simiente válida, mucha de ella tributaria en futuro no lejano, al rico quehacer de la danza escénica colombiana y mundial. Rumberos, salseros, bailarines innatos, vibraron orgullosos al oír el nombre de Incolballet, que llegaba a sus sedes en fraternal comunión. Nunca agradeceré suficientemente que me hayan recibido como parte de él. El más grande de los cubanos, José Martí, el Apóstol de nuestra Independencia, afirmó un día “Todo el que ha sido útil es sagrado”. Tres décadas han transcurrido desde el momento fundacional de esta institución y, para alegría de todos, podemos constatar que Incolballet, por derecho propio, es referencia obligada en el panorama de la danza escénica latinoamericana. Durante ese lapso, la institución ha ido a los parajes más apartados, a los sitios más populares, para descubrir o rescatar talentos potenciales y formarlos en un plan de estudios que les garantiza también un horizonte válido, para su acceso a otras posibilidades de realización. Larga vida a Incolballet.
En estas dos semanas se me concedió el privilegio de ofrecer un espectáculo didáctico titulado “Un encuentro con la danza”, en nueve barrios populares de Cali, como parte de las actividades del II Festival Internacional de Danza que organiza Incolballet. Allí me pusieron en contacto con el caleño simple, pero cálido y profundo. Ese que sueña y vive al compás del baile. Allí vi rostros blancos, negros y mestizos. Vi a Cali en su médula espiritual y en cada encuentro supe que allí había simiente válida, mucha de ella tributaria en futuro no lejano, al rico quehacer de la danza escénica colombiana y mundial. Rumberos, salseros, bailarines innatos, vibraron orgullosos al oír el nombre de Incolballet, que llegaba a sus sedes en fraternal comunión. Nunca agradeceré suficientemente que me hayan recibido como parte de él. El más grande de los cubanos, José Martí, el Apóstol de nuestra Independencia, afirmó un día “Todo el que ha sido útil es sagrado”. Tres décadas han transcurrido desde el momento fundacional de esta institución y, para alegría de todos, podemos constatar que Incolballet, por derecho propio, es referencia obligada en el panorama de la danza escénica latinoamericana. Durante ese lapso, la institución ha ido a los parajes más apartados, a los sitios más populares, para descubrir o rescatar talentos potenciales y formarlos en un plan de estudios que les garantiza también un horizonte válido, para su acceso a otras posibilidades de realización. Larga vida a Incolballet.
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